Un nuevo proyecto aprobado en Diputados propone adelantar una hora el reloj nacional, una iniciativa que remite a maniobras previas destinadas a ahorrar energía. ¿Cuál fue la experiencia pasada en Argentina con estos cambios y por qué se dejaron de aplicar?
El nuevo impulso legislativo
La Cámara de Diputados aprobó recientemente un proyecto de ley promovido por el diputado Julio Cobos que busca adelantar una hora el huso horario nacional, una medida que se ha argumentado desde un enfoque educativo y de eficiencia energética. Según el texto, muchos distritos del país se encuentran en franjas horarias que no reflejan su posición geográfica real, lo que aumenta el consumo eléctrico en horas de la tarde y la noche.
Los antecedentes recientes
Argentina ha recurrido en varias ocasiones al cambio de huso horario, generalmente en contextos de crisis energética. Entre 2007 y 2009 volvió a utilizar un esquema estacional de horario de invierno (UTC-3) y de verano (UTC-2). Sin embargo, en octubre de 2009 se abandonó esta práctica, y desde principios de 2010 el país permanece en UTC-3 durante todo el año.
Impacto y críticas del intento de 2007–2009
Un estudio del biólogo Diego Golombek analizó los efectos del cambio de horario en esos veranos: el consumo eléctrico no sólo no bajó, sino que se incrementó entre un 0,4 % y 0,6 %, lo que implicó un costo adicional estimado entre 10,9 y 18 millones de dólares.
Casos provinciales: Mendoza en 2004
Además del ámbito nacional, algunas provincias tuvieron experiencias propias. En Mendoza, por ejemplo, se implementó un cambio horario en 2004, que generó polémica: el horario partido perjudicó el comercio y provocó desincronización administrativa con el resto del país.
El desfase entre hora solar y oficial
El debate actual acuña que la hora oficial (UTC-3) no coincide con la posición geográfica real de la mayoría del país, que debería estar en UTC-4 (e incluso UTC-5, en áreas cordilleranas). La idea es que una hora más alineada al huso solar podría reducir el uso de iluminación artificial y mejorar la calidad de vida, especialmente en invierno.
Mientras el Congreso debate este proyecto, la historia demostrada por la experiencia reciente indica que el cambio de huso horario no siempre logró los objetivos de ahorro que lo impulsaron. Si se completa el proceso legislativo, la propuesta implica un nuevo horizonte a partir de abril de 2026, pero con las lecciones bien claras del pasado cercano.