El liderazgo en los nuevos tiempos
Esta semana se conoció oficialmente la lista de candidatos a diputados provinciales del Frente Renovador de la Concordia para las elecciones del 8 de junio. Lejos de repetir fórmulas, la nómina refleja una nueva generación de actores de los más variados sectores que se incorporan a la vida política para dar respuestas a las nuevas demandas de la sociedad.

(*) Por Nicolás Marchiori.
Definir las características del nuevo liderazgo emergente de estos tiempos no es tarea fácil, pero podemos ensayar una aproximación: existe un rechazo contundente a aquellos detrás de los cuales se esconden propósitos mezquinos, estrategias exclusivamente partidistas, intereses personales por encima de los colectivos y deseos de revancha. No puede ser creíble un liderazgo levantado sobre el personalismo y la mentira, la promesa fácil, el aprovechamiento fraudulento de las aspiraciones de la población sólo como materia para el discurso y la demagogia.
El nuevo liderazgo está marcado por la generosidad, el trabajo real y efectivo por el bien común, la interpretación cabal de las verdaderas aspiraciones e intereses de las personas, la predisposición y capacidad para proponer desde un sentido estratégico y prospectivo objetivos y metas, sumado a la competencia para expresarlas y materializarlas en planes y acciones concretas, tangibles y realizables.
Transitamos una era en donde la verdadera identificación con el líder sólo puede darse desde la convicción de su honestidad, su generosidad, su claridad frente a los asuntos que involucran los intereses de la ciudadanía, su capacidad para el diálogo, la convergencia para el diálogo y su aptitud para generar escenarios de certidumbre en tiempos donde el caos se ha transformado en un factor condicionante de la paz y la concordia social.
La dinámica de las sociedades actuales ha sucumbido las viejas estructuras de los grandes partidos tradicionales, que han pasado a ser esquemas obsoletos. La heterogeneidad dada en la conformación de las nuevas sociedades y la pluralidad de necesidades e intereses de los diferentes grupos que las integran han generado una gran crisis en los partidos políticos que no pudieron o no quisieron actualizar su doctrina. Lo cierto es que las personas ya no se mueven por ideologías, se mueven por causas. Y esto se debe en gran medida a la dinámica que ha impuesto la sociedad líquida. Los intereses, los problemas, las necesidades van cambiando. Los partidos tradicionales han demostrado su incapacidad de adecuarse a los nuevos tiempos, situación que creó una fractura entre una legitimidad de origen, que da los votos, y una legitimidad de ejercicio que otorga o retira la actuación diaria de aquellos que han sido elegidos para ocuparse de los asuntos concernientes a la ciudadanía.
Ante este escenario, se puede empezar a observar una especie de regeneración democrática que pone en relieve algo novedoso y que el politólogo italiano Angelo Panebianco señala como una fuente fundamental de conflicto en las sociedades actuales, nos referimos al clivaje establishment/antiestablishment, casta/anticasta que enfrenta a la vieja política con la nueva política. En este proceso de reordenamiento político los partidos tradicionales han perdido apoyo, lo que llevó a sus dirigentes a dedicar su tiempo a defender su cargo, sus privilegios y sus cuotas de poder. Tal es así que se han transformado en una agencia de colocación manejada por verdaderas élites que no permiten la participación más allá de sus círculos cercanos.
Diametralmente opuesto es lo que sucede con los nuevos partidos, esos que han sabido interpretar los nuevos tiempos y ajustarse a las demandas de las sociedades actuales. Con un fuerte arraigo en lo local y con la principal premisa de “dar voz a diferentes actores sociales” han logrado la legitimidad de amplios sectores de la sociedad que no sólo se traduce en apoyo, sino también en participación activa. Misiones es el ejemplo más cabal con el Frente Renovador Neo.