Por Fernando Retamozo, Politólogo y Periodista. La elección del 26 de octubre marcó un punto de inflexión en la política misionera y nacional. La victoria de La Libertad Avanza reflejó un voto alineado con el rumbo nacional: los ciudadanos de los municipios más poblados respaldaron a Javier Milei y a su candidato Diego Hartfield, depositando la esperanza de que la economía mejore y que las decisiones del Gobierno nacional atiendan las necesidades concretas de la provincia. Fue una elección más por un modelo económico que por la gestión local, con la ilusión de reactivar consumo y comercio. Pero con esa confianza llega también una gran responsabilidad: transformar expectativas en resultados. En ese marco, la cumbre de gobernadores con el presidente post electoral, donde participó Hugo Passalacqua, demuestra la vigencia de la estrategia de Carlos Rovira: mantener a Misiones como un actor colaborativo, ni K ni opositora, priorizando el diálogo y la defensa de sus intereses.
En los pueblos y ciudades donde se impuso el espacio libertario, la gente ya empieza a expresar un pedido claro: “Queremos conocer a Hartfield para pedir lo que hace falta”. Ese reclamo refleja la expectativa de una sociedad que, tras un año muy difícil, busca soluciones concretas. El ganador de las elecciones se convierte en el nuevo interlocutor directo del Gobierno nacional, y los vecinos lo ven como la puerta a golpear para hacer llegar sus demandas y esperanzas, pero también sus urgencias cotidianas. Y aquí cabe recordar un viejo adagio que cobra plena vigencia: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Hartfield y la LLA cargan ahora con el deber de transformar esa confianza en resultados tangibles.
En esta línea, el mensaje que dejaron las urnas es contundente: los misioneros entendieron que la llave del bienestar está en la Nación, donde se toman las decisiones que impactan en la economía y en la vida de todos. Por eso, eligieron acompañar el rumbo de Milei y su candidato, Diego Hartfield, con la expectativa de que esa sintonía política se traduzca en mejoras reales.
Sin embargo, lo llamativo es que: en el peor momento de la yerba mate, con secaderos pagando precios por debajo del costo y chacras sin rentabilidad, los productores votaron por quienes desregularon su principal actividad económica. En las zonas forestales, donde las ventas se paralizan y las fábricas trabajan a media máquina, también se impuso el oficialismo nacional. Jubilados y universidades públicas, golpeados por el ajuste, no encontraron en el voto una herramienta de defensa. Aun así, la sociedad eligió respaldar al presidente Milei, aunque ahora exige que la economía empiece a funcionar.
El resultado refleja una elección nacionalizada, no se votó por la gestión local, sino por un modelo económico y la ilusión de que las medidas nacionales puedan reactivar consumo y comercio. El desafío ahora recae en el presidente: estimular la economía, generar empleo y hacer crecer la producción en un contexto donde la paciencia social no será infinita y el fin de año se anticipa complicado.
En este aspecto, el triunfo libertario del 26 de octubre también pone en valor la victoria provincial del Frente Renovador Neo del 8 de junio, cuando Diego Hartfield perdió en una elección centrada exclusivamente en los temas locales. Ese antecedente muestra que, en lo local, la gente sigue respaldando a quienes conocen el territorio. Hartfield sigue siendo un desconocido para la mayoría de los misioneros, mientras que el Gobierno provincial continúa resolviendo problemas concretos, sosteniendo programas, obra pública y políticas sociales que atraviesan la crisis.

Puentes institucionales y estrategia misionera
El gobernador Hugo Passalacqua, fiel a la tradición del Misionerismo, volvió a tender puentes institucionales. Esta semana participó de la cumbre de gobernadores convocada por Milei en Casa Rosada, donde ratificó su disposición al diálogo “las veces que sean necesarias para consensuar temas, más allá de las lógicas diferencias, con el objetivo de hacer crecer al país y a Misiones”. Es una postura coherente con la estrategia que Carlos Rovira definió hace años: Misiones no debía ser ni K ni opositora, sino colaborativa. Los resultados le dan la razón.
Gracias a ese equilibrio político, la provincia logró preservar un espacio de representación propio en el Senado, con dos legisladores que serán decisivos en el nuevo esquema de acuerdos que el Gobierno nacional busca tejer con las provincias no kirchneristas.
Por otro lado, mientras el discurso nacional promete reformas y crecimiento, en Misiones la gestión se refleja en hechos concretos. En Puerto Rico, Passalacqua entregó más de 60 títulos de propiedad a familias del barrio fundacional San Alberto, destacando que “este no es un acto de entrega, es un acto de amor y devolución”. En medio de la incertidumbre económica, gestos como este consolidan el vínculo entre el Estado provincial y la gente, ofreciendo seguridad, pertenencia y justicia a quienes esperaron años por el reconocimiento de su tierra.
Asimismo, gracias a gestiones directas de la Provincia, se consiguió prorrogar el régimen que permite compatibilizar programas sociales con empleo rural registrado. Esta medida refuerza la inclusión y la formalización laboral, pilares de las economías regionales, y demuestra que la política del diálogo rinde frutos cuando se orienta a construir y no a confrontar. La Tierra Colorada mantiene así su rumbo: gobierno cercano, gestión presente y decisiones concretas. Frente a un contexto nacional incierto, el Misionerismo apuesta a la estabilidad, al trabajo y a la institucionalidad, conservando el pulso de la realidad cotidiana aunque la Nación maneje la economía.





