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Los últimos días de Hitler: 80 años de misterio, mentiras y una muerte envuelta en sombras

Cómo murió Hitler, el enigma de su cadáver y las teorías que mantuvieron el mundo en vilo durante décadas.

Hace 80 años, Adolf Hitler se quitó la vida en su búnker en Berlín. Sin embargo, las dudas sobre el paradero de su cuerpo y las versiones contradictorias convirtieron su muerte en un misterio global. A pesar de los testimonios presenciales y las investigaciones forenses, las especulaciones continuaron durante décadas, alimentadas por los intereses políticos de la posguerra.

El 30 de abril de 1945, mientras el Tercer Reich colapsaba, Hitler se suicidó junto a Eva Braun, con quien se había casado el día anterior. Braun tomó una cápsula de cianuro. Hitler, según la versión más difundida, disparó un arma contra su propia cabeza. Algunos estudios detectaron fragmentos de vidrio en sus dientes, lo que indicaría que también consumió veneno.

El suicidio en el búnker y las versiones enfrentadas

La caída de Berlín generó confusión y falta de información. Mientras las tropas soviéticas tomaban el control de la Cancillería, los rumores se multiplicaban. Algunos aseguraban que Hitler había muerto en un ataque aéreo; otros afirmaban que sus propios generales lo habían asesinado tras una discusión. Incluso hubo quienes dijeron haberlo visto en Suiza, Italia, Argentina o Francia.

El cuerpo de Hitler apareció días después, calcinado y enterrado en una fosa provocada por una bomba. Los investigadores soviéticos recuperaron la mandíbula del cadáver y consultaron a Käthe Heusermann, asistente del dentista de Hitler, para confirmar su identidad. En 1973, expertos forenses validaron los registros odontológicos y certificaron que se trataba del dictador alemán.

La estrategia soviética: ocultamiento, manipulación y propaganda

Stalin conocía la verdad sobre la muerte de Hitler, pero prefirió difundir la idea de que había escapado. Esta desinformación le permitió debilitar a sus adversarios occidentales y consolidar su influencia en la posguerra. Durante años, la inteligencia soviética trasladó los restos del Führer en secreto, de un sitio a otro, hasta su cremación definitiva en 1970.

Las autoridades soviéticas incineraron los restos y arrojaron las cenizas al río Biederitz para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de culto. Aun así, conservaron la mandíbula de Hitler y un fragmento de su cráneo, los cuales permanecen bajo custodia estatal.

Pese a décadas de especulación, los historiadores coinciden en que Hitler no escapó ni luchó hasta el final. Murió escondido, temiendo la captura, y se quitó la vida para evitar el destino de Mussolini. Así concluyó la vida del hombre que prometió un imperio de mil años y dejó tras de sí un continente en ruinas.