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Myanmar Bombardea Zonas Afectadas por Terremoto

Myanmar bombardea zonas tras un terremoto mortal. La ONU denuncia crímenes inhumanos y exige detener los ataques urgentemente.

El mundo observa con horror cómo el régimen militar de Myanmar intensifica sus ataques aéreos en regiones devastadas por un terremoto de magnitud 7,7 que dejó miles de muertos y heridos. Según cifras oficiales de la junta militar, al menos 2.056 personas han perdido la vida, más de 3.900 están heridas y cientos permanecen desaparecidos. Sin embargo, estas estadísticas no pueden ser verificadas independientemente debido a las restricciones impuestas por el régimen.

Lo alarmante es que, pese a la urgencia humanitaria generada por el terremoto, los militares birmanos continúan lanzando ataques aéreos contra comunidades ya golpeadas por el desastre natural. La ONU ha calificado estos actos como «totalmente indignantes e inaceptables». Tom Andrews, relator especial de la ONU, expresó su incredulidad ante esta brutalidad, señalando que los militares «lanzaban bombas mientras se intentaba rescatar a sobrevivientes».

Un ataque aéreo ocurrido horas después del sismo en Naungcho, estado de Shan, dejó siete muertos según el Servicio Birmano de la BBC. Además, ataques terrestres se registraron en la región de Sagaing, donde grupos rebeldes enfrentan una guerra civil que lleva casi cuatro años.

La junta militar, liderada por Min Aung Hlaing, gobierna Myanmar desde 2021.

Ataques Incesantes y Guerra Civil: El Papel de Potencias Extranjeras en el Conflicto

El conflicto interno en Myanmar se ha profundizado desde el golpe militar de 2021, que desencadenó una insurgencia generalizada liderada por grupos prodemocráticos y étnicos. Los militares, enfrentando derrotas significativas, han recurrido cada vez más a tácticas indiscriminadas, incluidos bombardeos aéreos apoyados por Rusia y China.

Estas potencias globales, además de proveer armamento sofisticado, enviaron equipos de ayuda tras el terremoto. Sin embargo, activistas como Julie Khine advierten sobre la hipocresía de este apoyo, dado que las mismas armas utilizadas para matar civiles provienen de estos países.

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La preocupación principal ahora recae en la posibilidad de que la ayuda humanitaria sea manipulada como herramienta de guerra. Históricamente, los militares birmanos han bloqueado el acceso a asistencia en áreas controladas por rebeldes, priorizando únicamente las zonas bajo su dominio. Este patrón plantea serias dudas sobre si la ayuda llegará a quienes más lo necesitan en medio de esta tragedia dual: el desastre natural y la guerra civil.

Con temperaturas superiores a los 40 °C en Mandalay y cuerpos sin recuperar bajo los escombros, la situación en Myanmar sigue siendo crítica. Mientras tanto, la comunidad internacional se enfrenta al desafío de ejercer presión real sobre la junta militar para detener sus operaciones bélicas y garantizar un flujo equitativo de ayuda humanitaria.